Con gran agradecimiento al barón Bich (que en la Francia ocupada sería "von" aunque allí corrían ríos de sangre) los heroes de (tinta) china lloran entre cocodrilos Lacoste y colgaos que se creen arañas.
Tambien llora un hombre verde (a buenas horas.....)
Y el llorado Luis Ocaña desliza unas lágrimas por su maillot, que caen dulces como la nieve del turmalet cuando se derrite como una promesa.
Se escribe el epitafio (Edit Piafio) sin pan-hejírico, que el muerto no tiene hambre y aunque suene herético y poco romántico.
El eco de las palbras bras ras as... se despide como un Hercules marine volando en fade out hacia la guerra (de los golfos)
sábado, 26 de mayo de 2007
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