A Antonio Banderas su mamá le cosió un falso bolsillo para guardar el dinero a salvo de los rateros. Y así, como el niño Marco (del pueblo italianoooooooooalpiedelaaasmontaaañaaas) se apareció en la gran Urbania para contarle al mundo el morro que hay que echar para llegar a ninguna parte, despues de mucho viajar y viajar y ejercer los mas diversos oficios que fueran consolidando mas su C.V. que su experiencia vital. En la piel del personaje (que a veces olía al ajo que odia Lady Crocket) mimético del carajo para poder incorporar sus ingredientes a la salsa de su ¿verdadero? trabajo.
Y así está el hombre, feliz de haberse conocido, con la boca llena de Stellas Malenis del Carmen de Todos los Santos de Dakota, relajándose en su rancho de Aspen, mandando remesas como un in-e-migrant. Como una antiwa tonadillera....(¿costalera)Españoleando.
sábado, 26 de mayo de 2007
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